jueves, 26 de noviembre de 2009

La Cruz


El Significado de la Cruz en la Vida del Creyente
La muerte de nuestro Señor Jesucristo, su entrega voluntaria a la
muerte en la cruz tiene múltiples efectos espirituales en la vida del
creyente. Por medio del Señor Jesucristo, Dios quiere manifestarnos su
inmenso amor por cada ser humano. La cruz es el altísimo precio que
tuvo que pagar por nuestra redención. Este precio es el comienzo de
una reorientación en la forma en que el cristiano encara su vida en
relación consigo mismo y con los demás.
La muerte en la cruz no sólo tiene un efecto transformador en la vida de
las personas sino también a nivel de los poderes y potestades de un
mundo decadente y opuesto a los principios de amor y justicia que
caracteriza al reino de Dios.
1. La cruz como medio de salvación
Romanos:
La ira de Dios contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos
El ser humano no le da importancia a un Dios creador y sustentador,
está ciego a la revelación natural de Dios. En lugar de glorificar a Dios,
se hace ídolos y se adora a sí mismo (ídolo: extensión de uno mismo)
Dios abandona al ser humano a su propia impiedad y supuesto estado
de autosuficiencia. Esto genera todo tipo de desordenes: inmoralidades
de todo tipo; mentiras; rienda suelta a pasiones vergonzosas;
depravación mental: 1.29-31
El Justo juicio de Dios
El ser humano en estado de pecado y rebelión merece el castigo divino:
“pagará cada uno lo que merezcan sus obras”; habrá sufrimiento y
angustia para todos los que hacen el mal. No se salvará nadie: los que
tienen la ley y los que no la tienen.
Aun los que se amparan en un supuesto conocimiento superior por se
pueblo escogido y tener la ley tendrán que pagar.
Hay un camino para escapar al juicio de Dios
La fe en la obra de Jesucristo
“Por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que
Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación
que se recibe por la fe en su sangre”
Es muy simple, por medio de la fe en la muerte de Jesucristo somos
librados de tener que pagar por nuestros pecados. La fe verdadera, la
del compromiso real con Dios, nos libera del castigo que deberíamos
merecer.
Celebremos somos justificados por la fe
2. La cruz como emblema del costo del discipulado
Fantástico, no tenemos que pagar. Llegó la moratoria.
Pero la fe verdadera en la obra del Señor en la cruz nos conduce a la
obediencia. Ya no viviré más como antes.
Tengo paz para con Dios, pero que concluiremos: “vamos a persistir en
el pecado, para que la gracia abunde. De ninguna manera, nosotros
que hemos muerto al pecado, ¿cómo podremos seguir viviendo en el?”
Por medio de la cruz morimos a una forma de vida que simplemente se
orienta por mis intereses personales. No es que ya no tenemos que
pensar en nosotros mismos. Esa tendencia natural existirá siempre en
nosotros. Lo que cambia es la motivación de vida que simplemente
tiene como meta única la satisfacción de nuestros propios intereses.
Hemos muerto a un estilo de vida orientado por el pecado. Ya no
vivimos de acuerdo a nuestros propios intereses y caprichos, vivimos
como hijos que hemos vuelto a la casa del Padre. Nuestra voluntad y
nuestras intenciones quieren entrar en sintonía con la voluntad del
Padre. Ya no soy yo quien actúa sino el Padre por medio de su Espíritu.
Cambian nuestros valores, cambia nuestra forma de vivir, ya no somos
como antes, el viejo hombre ha sido crucificado. Si esto no es real,
nuestra fe es trucha.
Vivimos para Dios, para el prójimo, para hacer el bien, para bendecir
por medio de nuestras palabras y acciones. Somos imitadores de
Cristo, somos la luz del mundo
La cruz como opción radical de obediencia a los principios y valores del
reino
Cada uno deberá tomar su cruz. Su cruz será la consecuencia de optar
por los principios y valores del reino de Dios. No seremos mesías pero
si estaremos dispuestos a que nuestras decisiones estén guiadas por la
verdad y la justicia. Haremos lo que nos conviene, pero muchas veces lo que aparentemente nos conviene pueda estar fuera del propósito de
Dios para nuestras vidas.
La vida cristiana es una vida de alegría y gozo, pero muchas veces
sentiremos que el yugo se hace muy pesado. Nos costará mucho y nos
cuesta sostener la fe en medio de la desesperanza y la falta de
respuesta a nuestras necesidades básicas, pero el Señor estará allí
junto a nosotros no nos abandonará: no nos queda otro camino: confiar
y obedecer.
3. La cruz: símbolo de sacrificio redentor por el mundo
Estamos en el mundo pero no somos del mundo dijo Jesús. La cruz es
también símbolo de una forma diferente de interpretar los hechos que
nos rodean. No vemos simplemente los hechos y circunstancias que
nos ocurren a diario como hechos fortuitos y desencajados de un marco
de interpretación espiritual. Sabemos que detrás de los acontecimientos
sociales, culturales y personales se mueven fuerzas y principios
espirituales.
Las categorías humanas de interpretación de los hechos que nos
ocurren no agotan el sentido más profundo de la maldad humana.
Necesitamos buscar herramientas de interpretación de la realidad que
trasciendan los análisis coyunturales que puedan hacer las mentes más
brillantes de nuestro mundo.
En este sentido, Pablo entiende que la obra del Señor en la cruz tiene
que ver también con un conflicto espiritual a nivel cósmico. Por eso
afirma que “Dios desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio
de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal” (Col.
2.15).
La cruz es también un medio de poder contundente para
desenmascarar a los poderes que subyugan la existencia humana. Dios
desarmó a estos poderes y potestades, los humilló en su desfile triunfal.
Estos poderes siguen teniendo un efecto real en las vidas de las
personas, incluyendo a nosotros mismos. Desde esta perspectiva, es
muy claro que lo que nos está ocurriendo como país no se debe
simplemente a una cuestión de choques de intereses, corrupción o
recetas contables de cómo sanear la situación financiera del estado
argentino. El análisis que debiéramos hacer como cristianos no termina
en lo que nos ofrecen los interpretes de la economía y la política.
Nuestro análisis debería contribuir a lo que nosotros entendemos como
la raíz de todo mal: el pecado humano no sólo a nivel individual y
personal sino a nivel de estructuras, formas de pensamiento, y
mecanismos perversos que deshumanizan y acaban con la vida de millones de personas.
Satanás trabaja muy bien a este nivel. La iglesia misma es cautiva de
estas estructuras de pensamiento y organización social.
Nuestra tarea no es sólo la asistencia social y la procura de hacer lo
que podamos de acuerdo a nuestros recursos. Nuestra tarea es
generar una conciencia basada en los hechos de fe que muestra un
análisis alternativo. Necesitamos no sólo vivir en forma alternativa sino
también pensar en nuestra realidad de acuerdo a los principios
espirituales que surgen de una profunda lectura del evangelio.
Al Roma “victorious” los cristianos de las primeras iglesias retrucaban:
“!Cristus Victorious!. No es un imperio o un sistema el vence. El que
vence es el Cordero de Dios por medio de su sangre (Ap. 5).
Cierre
La cruz encierra muchas significados para la vida del creyente y para la
iglesia. En esta mañana he tratado de resumir algunos de los
principales efectos que la misma tiene: Somos justificados ante Dios
por medio de la sangre de Cristo. Esto da lugar a una nueva vida en la
que ya no reina el pecado sino el Espíritu de Cristo. Esta nueva forma
de vivir en más de una ocasión nos pone en situaciones en las cuales
nuestras conductas chocan con la forma de vivir de mucha gente.
Basamos nuestra forma de vida en valores y principios que surgen de
este nuevo estilo de vida. La cruz es también el medio que Dios usó y
usa para derrotar a los poderes y principados de este mundo. De esta
manera vemos como la obra de Cristo no sólo tiene un efecto personal
en la vida del creyente sino también en la historia humana y en las
culturas de los hombres. Cristus Victorious!

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